Muchos libros de texto todavía atribuyen la invención de la radio al italiano Guillermo Marconi. Su verdadero descubridor, sin embargo, fue el ingeniero de origen serbio Nikola Tesla (1856-1943), el padre de la electricidad comercial y seguramente el más genial inventor del siglo XX. Un hombre que pese a su gran inteligencia, su originalidad y su controvertida personalidad -o quizás debido a ellas- tuvo que hacer frente a numerosos obstáculos en su carrera. Incluso llegó a ser considerado un loco.
Tan brillante como desconocido. En 1943 la Corte Suprema de EEUU retiró a Marconi la patente (por la que había ganado el Premio Nobel en 1909) y reconoció a Tesla como el verdadero inventor de la radio. Aunque éste fue sólo uno de sus numerosos y extraordinarios descubrimientos, su enorme aportación a la ciencia sigue siendo desconocida por buena parte del público.
Hasta el 29 de marzo, la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Madrid acoge 'El maravilloso mundo de la electricidad de Nikola Tesla' una exposición itinerante que recuerda su fabuloso legado.
De hecho, muchos le consideran el mayor genio de la humanidad detrás de Leonardo da Vinci. Fue un auténtico visionario. Descubrió la corriente alterna, la televisión, la lámpara fluorescente de neón, el radar y fue un pionero en el control remoto y la robótica. De hecho, los vehículos que han sido enviados a Marte se basan en sus hallazgos.
Nacido en 1856 en Similjan (una localidad que pertenecía al imperio Austrohúngaro y que en la actualidad forma parte de Croacia), su padre era un pastor ortodoxo. Su madre era analfabeta, aunque Tesla estaba seguro de que ella había heredado sus fabulosas capacidades intelectuales. Desde pequeño podía aprenderse de memoria libros completos y era capaz de realizar complejas operaciones matemáticas que deslumbraban a sus profesores.
Sin embargo, nunca fue capaz de obtener beneficios de su inteligencia ni de sus grandes hallazgos. Marconi no fue el único que se aprovechó de sus descubrimientos. Conoció a Thomas Edison en 1884, cuando se trasladó a Nueva York. Antes, se había formado en Austria, donde estudió ingeniería mecánica, y en la entonces Checoslovaquia, donde se formó en Física.
Su enfrentamiento con Edison
Tras trabajar en varias compañías telefónicas y eléctricas de Europa decidió cruzar el charco. En su bolsillo llevaba una carta de recomendación escrita por uno de sus colegas en Europa: "Querido Edison: conozco a dos grandes hombres y usted es uno de ellos. El otro es este joven".
Edison contrató a Tesla para que mejorara sus diseños de los generadores de corriente continua. Pese a que el ingeniero serbio cumplió con creces los cometidos que le asignó Edison, éste se negó a pagarle la recompensa de 50.000 dólares que le había prometido.
Ni siquiera accedió a subirle el sueldo por lo que Tesla, decepcionado y enfadado, abandonó su compañía y se centró en sus investigaciones sobre la corriente alterna, que finalmente lograría imponerse al sistema de corriente continua defendido por Edison. Su colaboración con la Westinghouse fue clave para lograrlo.
Los visitantes podrán examinar maquetas de algunos de sus descubrimientos (dos son interactivas). Una de ellas explica el funcionamiento del llamado huevo de Colón de Tesla. Se trata de un modelo de motor de inducción con rotor en forma de huevo. El transformador de Tesla (o bobina de Tesla) servía para generar corriente de alto voltaje y alta frecuencia.
También se exhibe una maqueta de la central hidroeléctrica del Niágara, la primera que operó en el mundo y de la que Tesla fue el artífice. Durante la noche del 15 al 16 de noviembre de 1896 se consiguió, por primera vez, transmitir electricidad a larga distancia con fines comerciales. Utilizando el sistema polifásico de corriente alterna de Tesla, la electricidad fluyó desde el Niágara hasta la ciudad de Buffalo, situada a 32 kilómetros de distancia.
El ingeniero serbio también estudió los rayos X y sus aplicaciones en medicina, inventó la iluminación fluorescente y fue un pionero en el desarrollo del control remoto. En 1898 hizo una demostración de su pequeño barco teledirigido en el río Hudson de Nueva York, del que se puede ver una maqueta en la exposición.
Tesla, que no cesó de hacer arriesgados experimentos durante toda su vida, murió en 1943 en el Hotel New Yorker, solo y en extrañas circunstancias. Según recuerda Massimo Teodorani en su biografía sobre el ingeniero, fue hallado muerto varios días después de haber contactado con las autoridades para hacer su propuesta del llamado rayo de la muerte, un arma en la que había trabajado hasta el final de su vida.
Después de que el FBI fuera alertado, muchos de sus artículos sobre este tema fueron considerados confidenciales. Según sostenía Tesla, su rayo de la muerte hubiera podido abatir o neutralizar los motores de diez mil aviones a una distancia de 400 kilómetros. Oficialmente, Tesla, que tenía la nacionalidad estadounidense, falleció de un ataque cardiaco.
En 1960, la Conferencia General para Pesos y Medidas que se celebró en París acordó que la medida de inducción magnética en el Sistema Internacional de Medidas fuera bautizada como Tesla, una de las decisiones que seguramente más ha contribuido a sacar su nombre del olvido.