El 10% de la población usa solo la mano izquierda, hecho que revela un desequilibrio entre la cooperación y la competencia de la especie humana durante su evolución.
Los zurdos no son muy comunes y siempre han sido un rompecabezas para los investigadores. De hecho, solo representan aproximadamente el 10% de la población y a lo largo de la historia han sido vistos con recelo e incluso han sido perseguidos. Es por esto que la palabra «siniestro» deriva del término «izquierda o mano izquierda».
Dos investigadores de la Universidad de Northwest, cuyo estudio ha sido publicado en el «Journal of the Royal Society Interface», han llegado a la conclusión de que un alto grado de cooperación entre la especie humana desempeña un papel clave en la definición del ser zurdo. Ambos expertos han desarrollado un modelo matemático que revela que el bajo porcentaje de personas que usan la mano izquierda es el resultado del desequilibrio entre cooperación y competencia en la evolución del ser humano.
El profesor Daniel M. Abrams y Mark J. Panaggio -ambos diestros- son los primeros en utilizar datos del mundo real (extraídos de una muestra de deportistas de élite) para probar y confirmar la hipótesis de que el comportamiento social se relaciona con el nivel de uso de las manos de la población.
Más cooperadores que competitivos
«Cuanto más social es el animal -donde la cooperación es muy apreciada- mayor será la tendencia de la población hacia un lado», asegura Abrams, profesor de ciencias y matemáticas en la Escuela McCormick de Ingeniería y Ciencias Aplicadas. «El factor más importante para una sociedad eficiente es un alto grado de cooperación. En los seres humanos, esto se ha producido en una mayoría de diestros», comenta.
En una sociedad totalmente cooperadora, las hipótesis sugieren que todo el mundo tendría la misma mano dominante. De este modo, el análisis de Abrams pretende confirmar esta especulación: el hecho de que haya un 10% de zurdos señala que la especie humana no es totalmente cooperadora.
«Si las sociedades fueran completamente cooperativas, todo el mundo usaría la misma mano, dice Abrams». Además, si la competencia fuera más importante, uno podría esperar que la población fuera diestra o zurda en una proporción de 50-50.
Por un lado, la cooperación favorecería el uso de la misma mano-para poder compartir las mismas herramientas- y por otro lado, la competición física potenciaría el uso de la izquierda. En una lucha, un zurdo tendría ventaja respecto a un diestro.
Abrams y Panaggio se centraron en datos recogidos de una muestra de deportistas de élite para apoyar la teoría del equilibrio necesario entre cooperación y competición de la especie humana.
Su modelo predice que el número de deportistas zurdos con éxito conforman más de un 50% en el caso del béisbol, el boxeo, el hockey y el esgrima y más de un 10% en otros deportes como el tenis de mesa. Sin embargo, el número de golfistas zurdos con éxito es muy bajo, solo un 4%.
«La precisión de las predicciones de nuestro modelo cuando se refiere a una muestra de deportistas apoya la idea de que se puede extrapolar al resto de la sociedad», comenta Abrams.
La lateralidad manual, la preferencia para el uso de una mano sobre la otra, se debe en gran parte a la genética y parcialmente al medio ambiente. Los gemelos idénticos, que comparten exactamente los mismos genes, no siempre usan la misma mano.
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