“Rain Man”. Al escuchar estas palabras, muchos de nosotros no pensamos en el hombre de la lluvia, sino que recordamos la espectacular actuación de Dustin Hoffman en aquella inolvidable película de finales de los ochenta en la que encarnaba a Raymond Babbitt, el peculiar hermano de un egocéntrico Tom Cruise.
Raymond es autista pero también cuenta con capacidades extraordinarias como memorizar o realizar operaciones numéricas imposibles, entre otros. Es difícil olvidar algunas escenas emblemáticas, como aquella en la es capaz de contar instantáneamente los 246 palillos que se le caen a la camarera o aquellos momentos en el casino en los que su impresionante destreza con los números le procura buenas ganancias a su hermano.
Sin embargo, puede que lo que más sorprenda de esta película es que los hechos no fueron pura invención de unos guionistas de Hollywood, sino que Raymond tenía nombre y apellidos reales: se llamaba Kim Peek y era un estadounidense que, si bien no sufría autismo, había nacido con grandes malformaciones en el cerebro y sin cuerpo calloso, es decir, carecía de la materia que conecta ambos hemisferios del cerebro. A pesar de los graves defectos de nacimiento que le impedían realizar simples tareas como vestirse o atarse los zapatos, Kim poseía una memoria y habilidad de cálculo extraordinarias. Según el obituario que The Times le dedicaba en el momento de su muerte a finales del 2009, Kim Peek había memorizado unos 12.000 libros gracias a su sorprendente capacidad de leer dos páginas al mismo tiempo, una con cada ojo. Por sorprendente que parezca, podía recordar un 98% de todo lo que leía.
Estas asombrosas cualidades se esconden bajo el nombre de síndrome del savant o sabio, una capacidad que poseen uno de cada diez pacientes con autismo y uno de cada cien con malformaciones cerebrales. Los savants son capaces de memorizar inmensas cantidades de información y realizar cálculos extremadamente complicados. También pueden desarrollar increíbles habilidades manuales, artísticas o musicales o tener una gran facilidad para aprender idiomas. Si bien todos ellos poseen alguna habilidad fascinante, no todos poseen las mismas. Eso sí, detrás de todas ellas se esconde una supermemoria.
Savantismo y números
Así pues, algunas personas con el síndrome del savant son capaces de realizar complicadísimos cálculos matemáticos. Por ejemplo, son capaces de computar fácilmente dificilísimos números primos, como lo hace el joven protagonista de la novela El curioso incidente del perro a medianoche. Otros savants pueden hacer multiplicaciones, raíces o divisiones a la velocidad del relámpago.
Kim Peek no es el único savant famoso por su maestría con los números. Daniel Tammet es mundialmente célebre desde que en el día mundial del número pi, el 14 de marzo de 2004, recitara más de 22.000 decimales del número pi durante más de cinco horas.
Daniel, conocido como Brainman, fue diagnosticado a la edad de 25 años con el síndrome de Asperger, una forma leve de autismo. Lo que le hace único es que realiza complicadísimos cálculos matemáticos y tiene una asombrosa facilidad para aprender distintos idiomas. También padece, o disfruta -según se mire-, de sinestesia, un trastorno de la percepción por el que se perciben sensaciones de un sentido con otro. Para Daniel es habitual asociar un color, una textura o una emoción a un número. Sus habilidades le han llevado a ser protagonista de un documental y a escribir su autobiografía: Nacido en un día azul, así llamado por el color que él asocia al día en que nació. Daniel posee una página web muy completa en la que uno puede aprender de sus habilidades y donde ofrece cursos de francés y español. http://www.optimnem.co.uk/about.php
Savants, arte y música.
La insuperable memoria y las impresionantes habilidades numéricas no son las únicas capacidades que han llevado a la fama a los savants. Claros ejemplos de ello son Alonzo Clemons, que es capaz de esculpir animales a la perfección después de tan sólo haberlos visto una vez o Gottfried Mind, también conocido como “el Rafael de los gatos” por la gran semejanza que sus dibujos de gatos tienen con la realidad. También sorprenden los espectaculares dibujos del hombre cámara, Stephen Wiltshire, que fue diagnosticado de autismo en su infancia. Stephen dibuja a la perfección gracias a su exquisita memoria fotográfica; muestra de ello son sus sensacionales dibujos panorámicos de un buen puñado de ciudades, entre ellas Madrid, Nueva York, Shangai, Río de Janeiro o Dubai. Una de sus más recientes obras incluye una panorámica aérea de la Villa Olímpica de Stratford en Londres, donde se han celebrado los recientes Juegos Olímpicos. Por otro lado, siente un especial interés por retratar a personas; retratos que, según su página web, prefiere reservar en su cuaderno. Sus obras se han podido y se podrán admirar en numerosas exhibiciones alrededor del mundo.
Al igual que Daniel Tammet, Stephen cuenta con una interesantísima página web donde se pueden observar algunas de sus creaciones (http://www.stephenwiltshire.co.uk/index.aspx).
El talento musical también acompaña a un pequeño número de savants. Leslie Lemke nació con graves defectos que llevaron a los médicos a extirparle los ojos. A pesar de mostrar un muy severo retraso en su desarrollo, a los diecisiete años de repente un día empezó a tocar a la perfección el concierto número uno para piano de Tchaikovsky y sólo tras haberlo oído una vez la noche anterior en televisión y sin haber estudiado nunca música. Brittany Maier, una de las pocas mujeres savant, también posee un gran talento musical. Asimismo, Brittany es ciega y padece de autismo y retraso mental, pero eso no le ha impedido desarrollar sus fascinantes habilidades musicales y a la edad de dieciséis años ya posee un repertorio de unas 15.000 canciones de las que una mayoría retiene en su memoria tras haberlas escuchado unas pocas veces.
Los savants músicos -alrededor de un tercio de los savants- presentan un oído absoluto, es decir, son capaces de reconocer una nota musical sin ninguna referencia externa y, además, pueden reproducirla. A los pacientes con el síndrome de Williams (un trastorno del desarrollo neurológico que a menudo presenta retraso mental) también les ha sido atribuida una mayor probabilidad de poseer oído absoluto. Sin embargo, estudios recientes realizados por las Doctoras Pastora Martínez Castilla, María Sotillo Méndez y Ruth Campos García en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) y la Universidad Autónoma de Madrid, ponen en entredicho estos datos y muestran que su habilidad es semejante a otras personas.
El síndrome savant adquirido
Curiosamente, no todos aquellos que poseen o sufren el síndrome de savant nacieron así. Hasta la fecha se conocen varios casos de personas que tras un hecho determinante en su vida, despertaron siendo savants y así siguieron en los días sucesivos. Uno de esos casos ya lo mencionamos antes: Alonzo Clemons, el escultor sabio. Alonzo sufrió una lesión cerebral en su infancia que le dejó con un coeficiente intelectual de 40 a 50 (los valores medios normales de coeficiente intelectual están entre 90 y 109), pero con una gran habilidad de esculpir animales a la perfección de memoria (véase http://artsales.com/ARTists/Alonzo_C...t_Syndrome.htm).
Otros savants repentinos desempeñan con destreza sus nuevas habilidades adquiridas en arte o música; como Anthony Cicoria, un cirujano ortopédico que a los 42 años fue alcanzado por un rayo en un día de tormenta mientras colgaba el teléfono de una cabina. Poco después de recuperarse, notó que tenía una necesidad imperiosa de escuchar música de piano clásica y al poco tiempo estaba convirtiendo las notas que sonaban en su cabeza en armoniosas melodías sin haber antes estudiado nada de música.
Lo que le pasó a Tommy McHugh es que, tras sobrevivir milagrosamente a un fuerte aneurisma, nació en él un ansia incontrolable de crear. Empezó escribiendo poesía y luego comenzó a pintar y a pintar sin descanso, llenando de bonitos dibujos todas las paredes, suelos y hasta el techo de su casa. Es tal su obsesión que a días emplea 18 horas pintando. Incluso ha abierto una galería de arte para poder costearse su nueva afición y dar a conocer su obra.
Un caso muy conocido y curioso es el de Orlando Serrell. Tras un pelotazo en el lado izquierdo de la cabeza jugando a baseball a los diez años, desarrolló una memoria de calendario impresionante. Además, al tiempo se dio cuenta de que era capaz de acordarse perfectamente del tiempo que hacía cada día tras el accidente. Una habilidad, sin lugar a duda, llamativa y útil para planear las vacaciones.
¿Se esconde la respuesta en el lado izquierdo del cerebro?
Lo más interesante de los casos de savant adquiridos o repentinos es que nos dan claves para comenzar a investigar y encontrar respuestas a por qué algunas personas pueden realizar semejantes tareas, impensables para nosotros.
El Dr. Darold Treffert en Wisconsin, fascinado por estas habilidades y ferviente creedor de que en todos nosotros se esconde un savant, lleva 40 años tratando diariamente con personas con este síndrome y es líder mundial en la búsqueda de una explicación a esta condición. Ha escrito dos libros (Extraordinary People e Islands of Genius: The Bountiful Mind of the Autistic, Acquired and Sudden Savant) en los que nos acerca a esta condición tan fascinante. Además, participó como consultor en la película Rain Man. Según el Dr. Treffert, hasta que no entendamos del síndrome de savant no podremos comprender nuestra mente y la memoria.
Allá por los años 90, el Dr. Treffert creó una página web (www.savantsyndrome.com) en la que ha ido recopilando todos los casos de savant que ha estudiado durante más de cuarenta años. Esta página ha sido precisamente el puente que necesitaba para contactar con gente que le presenta nuevos casos de familiares o gente cercana y con investigadores con los que puede cambiar impresiones y avanzar hacia una mejor comprensión de esta condición. En esta página hay un vídeo muy interesante que invito a ver a todos aquellos que quieran conocer más de cerca estos casos (http/::www.colourfield.de:expedition:-dsl.html).
El Dr. Treffert nos cuenta en una entrevista concedida a Shrink Rap Radio como todos los datos compilados tras observar aproximadamente a unos 350 savants junto con los resultados de los escáneres realizados a algunos de sus pacientes, le han llevado a concluir que lo que sucede es que, al estar una parte del cerebro dañada, otra parte se reprograma y recluta para ello capacidad cerebral que hasta entonces permanecía sin usar, despertando así capacidades latentes que habían permanecido escondidas. Generalmente, tiende a estar dañado el hemisferio izquierdo y es el hemisferio derecho el encargado de compensar. Este es el caso de los pacientes autistas y de otros como Orlando Serrel, el savant adquirido tras recibir un pelotazo en el lado izquierdo de su cabeza.
Otros estudios que acompañan esta teoría son llevados a cabo por el Dr. Bruce Miller en la Universidad de California en San Francisco. El Dr. Miller trata con pacientes con demencia frontotemporal y ha observado como algunos de ellos desarrollan en el curso de la enfermedad habilidades savant, tales como el interés repentino por el arte o la música. Escáneres realizados en el cerebro de estos pacientes muestran una baja presión sanguínea o baja actividad metabólica en el lóbulo temporal izquierdo, por lo que pierden sus habilidades lingüísticas (hablar, leer o escribir), mientras que preservan las habilidades relacionadas con la parte derecha, encargada del procesamiento visual y espacial.
Parece ser que todos poseemos un pequeño savant dentro de nosotros esperando despertar. Pero… ¿sólo una lesión en el cerebro, bien sea congénita o accidental, es capaz de sacarle de su sueño? Entonces tendremos que elegir entre poder vestirnos o ser una gran enciclopedia humana, como Kim Peek, o entre poder hablar y esculpir una figura en cinco minutos como Alonzo Clemons. La respuesta aún no existe y expertos como el Dr. Treffert, el Dr. Miller o el Dr. Allan Snyder en Australia, siguen estudiando con la esperanza de que algún día sea posible avivar nuestro pequeño genio escondido.